En una habitación bañada en oscuridad, la Ambiciosa Niña espera ansiosamente la llegada de su amante.Su corazón late acelerado por la anticipación, imaginando su llegada y dominación, dejándola jadeante con cada embestida.Finalmente, la puerta se abre con un crujido, y allí está, un hombre fornido, seguro de su andar y sosteniendo una erección impresionante, palpable y palpitante.No puede evitar notar su tamaño, como un testimonio de la emoción que están por compartir.Sus ojos se encuentran con los suyos, y sin decir una palabra, saben lo que quieren una aventura salvaje que los dejaría ambos completamente agotados.Se acerca a ella con una precisión animal, sus manos trazando sus curvas mientras la desvista lentamente, saboreando cada centímetro de su cuerpo.Su piel reluciente con sudor bajo las luces tenues, sus pezones se endurecen al esperar con ansias.Lo observa a él, sus caderas flexuosas, anhelando ser reclamadas.Se ofrece a él de rodillas, presentándose como un regalo bien dotado el perfecto recipiente para la pungente carga de su enorme pene.Al tomarla por detrás, no puede evitar agarrar su caderas y hacerla avanzar, ansiosa de sentir cada costura y venita de su grueso pene.Con algunos golpes, ambos están sumergidos en una pasión desbordante que transcurre más allá de sus cuerpos.Cada embestida los empuja más en su propio privado, carnal fantasía.Lo golpea contra ella, la sudorada cálida de sus cuerpos llena con el olor a lujuria y emoción.Su taza estrecha se agarra de su gruesa masa, extiende la pútrida del placer por cada gota de dicha.Con la mano, ella alcanza a su trasero, envolviendo una de sus pequeñas caderas y empujándolo hacia delante, exponiéndose aún más a sus avances ferozmente.Con cada movimiento, se deleita en la sensación de la verga de su amante estirando, expandiéndola, dueña de ella.Su pene la monta como si fuera una succedán, y su rostro está encendido de pasión mientras disfruta cada embestida.Su orgasmo se acerca, puede sentir que se acerca como una ola, amenazando con arrancar cualquier inhibición que le quedaba.Con el último empuje, él llena su bellyring con su corriente, haciendo que grite de placer.Sus cuerpos temblan, agotados y mojados en los frutos de su pasión un testimonio de la intensa masturbación que habían acabo de soportar.Exhaustos, pero satisfechos, se quedan allí entrelazados en la cama, recogiendo su respiración antes de emprender otra aventura salvaje juntos.Esta vez sería aún más arriesgado y tabú que la primera, una más recordación inolvidable tejida en la tela de su experiencia compartida.
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